Entre los psicoanalistas, es muy empleada la obra del holandés, para intentar explicar la estructura del inconsciente humano. A diferencia del orden en que se reconoce la conciencia, la subjetividad del deseo es completamente sujeta a otras reglas, donde arriba puede ser abajo y atrás, a veces resulta delante.
Como artista, M.C. Escher es difícil de clasificar. Se han hecho múltiples interpretaciones de sus obras, aunque hay quienes consideran que no tenía grandes pretensiones, ni mensajes que transmitir, sino que básicamente plasmaba lo que le gustaba. Para esta critica, la obra de Escher es más bien lúdica y decorativa y agregan que no basaba su trabajo en los sentimientos, como otros artistas, sino simplemente en situaciones, soluciones a problemas, juegos visuales y guiños al espectador. Visiones, en ocasiones, que le sobrevenían por las noches, que pasaban por su imaginación y que creía merecedoras de ser plasmadas en sus cuadros.
Y aunque el mismo artista reconocería que no le interesaba mucho la realidad, ni la humanidad en general, las personas o la psicología, sino sólo las cosas que pasaban por su cabeza, justamente por eso es más grande su expresión artística. Criticar de esta manera, es tanto como señalar que los relojes “aguados” de Dalí no daban la hora exacta, o que los las figuras obesas de Botero tienen colesterol y diabetes. Porque es absurdo quedarse en la parte matemática, en la sincronía o armonía de los trabajos de Escher. Son reflejos de las ensoñaciones, de las redes de deseos deseados, donde nada es lo que parece, ni nada parece lo que es. Quienes lo conocieron dicen que era alguien introvertido, dicen incluso que de trato difícil, que prefería crear su propio universo.
Los expertos coinciden, y es bastante evidente examinando la mayor parte de sus obras, que una de sus principales características es la dualidad y la búsqueda del equilibrio, la utilización del blanco y el negro, la simetría, el infinito frente a lo limitado, el que todo objeto representado tenga su contrapartida. No lo sé. Parece que los criticones saben todo y entienden nada.
Las obras más conocidas de Escher son probablemente las figuras imposibles, seguidas de los ciclos, metamorfosis y, directa o indirectamente, sus diversos trabajos sobre la estructura de la superficie y la partición regular del plano Hay que recordar que Cornelius Escher no fue precisamente un estudiante brillante, y sólo llegó a destacar en las clases de dibujo. En 1919 y bajo presión paterna inicio estudios de arquitectura en
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