Son las seis de la mañana y el amanecer aun esta ocuro. Disfruto un café caliente, mientras me inspira la barroca Sinfonía en C Mayor, de Giovanni Sammartini y, como siempre, me embeleso con los olores de la vegetación mojada, de la fragancia de las flores y de los sonidos que alegran el día matinal; son los grillos, los tzentzontles y hasta el graznido de la foxianas chachalacas. Temascaltepec es un encantamiento de los sentidos, como todo México. México es, a pesar de todo, una República que bien vale la pena convocar nuevamente, basada en la fraternidad, en la democracia, la libertad y la igualdad. Una República Amorosa.
Recuerdo que cuando llegue a vivir a esta población, encontré que la gente era feliz, sanamente feliz. Muy diferente de los habitantes de la Ciudad de México, de donde provengo, que entonces, a finales de los años ochenta, se encontraban desolados, consumidos, abatidos, además de que el porvenir que se preveía era peor. La siniestra figura de Carlos Salinas de Gortari se erigía como el gran déspota, que por fin conquistaba el poder y con el llegaba el quebranto del Estado Mexicano. La ruina de México y de todos los mexicanos.
Me daba cuenta entonces, a principios de 1989 que había muchas cosas que no podía entender. Veía con sobresalto que la diferencia entre la Ciudad y la Provincia se podía medir de muchas maneras, en cosa del tiempo, 20 años de atraso. Sin embargo comencé entonces a aprender otra escala de valores que se basaba en la comunión de espíritus, en la amistad sincera, en la natural desconfianza, en el orden y el trabajo. Durante muchos años me hice cargo del abasto y el comercio de Temascaltepec y tuve la fortuna de encontrar buenos amigos en los agricultores del campo, en sus trabajadores o peones, en los cuarenta y tantos pueblos que integran este municipio.
Hasta que comenzó la ruina. Pocos, muy pocos se han puesto a analizar que los tiempos terribles que vive el país, la violencia y el salvajismo que ha hecho presa a la Nación, tienen su origen en el gobierno Tiránico y Demagógico encabezado por Salinas de Gortari (1988-1994), de su pacto de anexión económica con los Estados Unidos de América y de la quiebra generalizada de la economía nacional.
No solo se quebró la producción, el empleo y la economía en general. Se rompieron familias, se desintegraron los sólidos núcleos populares, se acabo el trabajo ordenado, comenzó un cambio en los principios y en la escala de valores que prevalecieron y dieron naturaleza y ser a México.
Inicio la emigración de los más holgazanes, ambiciosos y desnaturalizados. Comenzó a mediados de los 90’s el trajín ida y vuelta de los mexicanos menos mexicanos -hoy fastidian las apologías que reciben sin merecer-, y cada vez que regresaban era para compartir autos usados, basura tecnológica, cachivaches desechados en las bodegas de “SALE” gabachas. Mascullando palabras mal dichas, alardeando con sueldos que nunca cobraban, con banalidades -los pasos peatonales en las calles tienen escaleras eléctricas, dicen glamorosas las "pochas"-, poco a poco se fue diseminando este veneno, que hizo de la codicia y la ambición los nuevos reyes del hogar y convirtió a muchos, en presa desbocada, tras la persecución del vellocino de oro.
Se alentó por todos los medios la voz de las iglesias, en particular la católica para superponer la figura divina por encima de cualquier otra autoridad y poco a poco, cada vez mas y mas, se defenestro, mutilo, achico, la Autoridad del Presidente de la República, en la ley y en los hechos, al desfilar un Gerente, un Imbécil y un Espurio, en dicho cargo Soberano.
El día de hoy que vemos con profunda tristeza, que las cárceles sirven de guarida a asesinos que sin piedad masacran inocentes, que secuestran periodistas avocados a reportear las noticias que se generan en los alrededores de Durango, sede de la reclusión ficticia, es momento de recapacitar y deber ciudadano, participar en la solución de las cosas públicas, en la salvación nacional.
Muestras de la nueva escala de valores, son la súplica de Fernández de Cevallos, implorando a sus hijos “hagan una oferta razonable”, digan que “les pagaré”, mientras los cachorros del lobo, calculan si no valdrá más el viejo, muerto que vivo. O el caso de Amanda de la Rosa, la amiga de Lizet Farah, -¿recuerdan que es la mamá de la niña Paulette?- publicando en un libro los pormenores del affaire de estas zorras en Cabo San Lucas, mientras el Papa Gebara se hacía cargo de la niñita enferma. La sentencia de la Madre es además para consultorio de psiquiatría: “lo hizo por dinero, es que la tenían agarrada de los huevos” La locura total e irremediable.
No se diga del anuncio del Banco de México, en la voz de Agustín Cartens, informando que la Banca (que en 1994 era de mexicanos y hoy es de extranjeros) ya no va cobrar, como lo hace ahora: por disponer de tu dinero, por consultar tu saldo, por pagar anticipadamente: Una banca que te paga 3 % al año y te cobra más del 50%, es un vicio del liberalismo que se llama codicia y es la locura total e irremediable.
Nadie pensaba entonces, en 1989, que México pudiera cambiar tanto. Mientras en la ciudad, buenos Gobiernos iniciados con la elección del Ing. Cárdenas, seguido por Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, han devuelto la alegría a los habitantes de la capital de la República, en el resto del país, el odio, el asesinato y la codicia se han impuesto y amenazan perpetrarse nuevamente, a nivel nacional. Es la hora de movilizarse para lograr restablecer un país fraterno, democrático, libre e igualitario. Una República Amorosa, como la llamo así, Andrés Manuel López Obrador, el pasado domingo.
Recuerdo que cuando llegue a vivir a esta población, encontré que la gente era feliz, sanamente feliz. Muy diferente de los habitantes de la Ciudad de México, de donde provengo, que entonces, a finales de los años ochenta, se encontraban desolados, consumidos, abatidos, además de que el porvenir que se preveía era peor. La siniestra figura de Carlos Salinas de Gortari se erigía como el gran déspota, que por fin conquistaba el poder y con el llegaba el quebranto del Estado Mexicano. La ruina de México y de todos los mexicanos.
Me daba cuenta entonces, a principios de 1989 que había muchas cosas que no podía entender. Veía con sobresalto que la diferencia entre la Ciudad y la Provincia se podía medir de muchas maneras, en cosa del tiempo, 20 años de atraso. Sin embargo comencé entonces a aprender otra escala de valores que se basaba en la comunión de espíritus, en la amistad sincera, en la natural desconfianza, en el orden y el trabajo. Durante muchos años me hice cargo del abasto y el comercio de Temascaltepec y tuve la fortuna de encontrar buenos amigos en los agricultores del campo, en sus trabajadores o peones, en los cuarenta y tantos pueblos que integran este municipio.
Hasta que comenzó la ruina. Pocos, muy pocos se han puesto a analizar que los tiempos terribles que vive el país, la violencia y el salvajismo que ha hecho presa a la Nación, tienen su origen en el gobierno Tiránico y Demagógico encabezado por Salinas de Gortari (1988-1994), de su pacto de anexión económica con los Estados Unidos de América y de la quiebra generalizada de la economía nacional.
No solo se quebró la producción, el empleo y la economía en general. Se rompieron familias, se desintegraron los sólidos núcleos populares, se acabo el trabajo ordenado, comenzó un cambio en los principios y en la escala de valores que prevalecieron y dieron naturaleza y ser a México.
Inicio la emigración de los más holgazanes, ambiciosos y desnaturalizados. Comenzó a mediados de los 90’s el trajín ida y vuelta de los mexicanos menos mexicanos -hoy fastidian las apologías que reciben sin merecer-, y cada vez que regresaban era para compartir autos usados, basura tecnológica, cachivaches desechados en las bodegas de “SALE” gabachas. Mascullando palabras mal dichas, alardeando con sueldos que nunca cobraban, con banalidades -los pasos peatonales en las calles tienen escaleras eléctricas, dicen glamorosas las "pochas"-, poco a poco se fue diseminando este veneno, que hizo de la codicia y la ambición los nuevos reyes del hogar y convirtió a muchos, en presa desbocada, tras la persecución del vellocino de oro.
Se alentó por todos los medios la voz de las iglesias, en particular la católica para superponer la figura divina por encima de cualquier otra autoridad y poco a poco, cada vez mas y mas, se defenestro, mutilo, achico, la Autoridad del Presidente de la República, en la ley y en los hechos, al desfilar un Gerente, un Imbécil y un Espurio, en dicho cargo Soberano.
El día de hoy que vemos con profunda tristeza, que las cárceles sirven de guarida a asesinos que sin piedad masacran inocentes, que secuestran periodistas avocados a reportear las noticias que se generan en los alrededores de Durango, sede de la reclusión ficticia, es momento de recapacitar y deber ciudadano, participar en la solución de las cosas públicas, en la salvación nacional.
Muestras de la nueva escala de valores, son la súplica de Fernández de Cevallos, implorando a sus hijos “hagan una oferta razonable”, digan que “les pagaré”, mientras los cachorros del lobo, calculan si no valdrá más el viejo, muerto que vivo. O el caso de Amanda de la Rosa, la amiga de Lizet Farah, -¿recuerdan que es la mamá de la niña Paulette?- publicando en un libro los pormenores del affaire de estas zorras en Cabo San Lucas, mientras el Papa Gebara se hacía cargo de la niñita enferma. La sentencia de la Madre es además para consultorio de psiquiatría: “lo hizo por dinero, es que la tenían agarrada de los huevos” La locura total e irremediable.
No se diga del anuncio del Banco de México, en la voz de Agustín Cartens, informando que la Banca (que en 1994 era de mexicanos y hoy es de extranjeros) ya no va cobrar, como lo hace ahora: por disponer de tu dinero, por consultar tu saldo, por pagar anticipadamente: Una banca que te paga 3 % al año y te cobra más del 50%, es un vicio del liberalismo que se llama codicia y es la locura total e irremediable.
Nadie pensaba entonces, en 1989, que México pudiera cambiar tanto. Mientras en la ciudad, buenos Gobiernos iniciados con la elección del Ing. Cárdenas, seguido por Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, han devuelto la alegría a los habitantes de la capital de la República, en el resto del país, el odio, el asesinato y la codicia se han impuesto y amenazan perpetrarse nuevamente, a nivel nacional. Es la hora de movilizarse para lograr restablecer un país fraterno, democrático, libre e igualitario. Una República Amorosa, como la llamo así, Andrés Manuel López Obrador, el pasado domingo.