Ni satisfacción ni tristeza. La derrota de la selección que representa a México en el Mundial de Futbol de Sudáfrica, era un resultado esperado y lógico. Lo contrario solo hubiera sido posible, en la imaginación fantasiosa, recreada entre la opinión pública, a través de la televisión mexicana. Precisamente es el monopolio –Televisa y TV Azteca- responsable de inflamar la pasión, desbordar los ánimos, perder el sentido de la realidad, hasta el colmo del absurdo. Para el monopolio televisivo mexicano, el objetivo exclusivo, único del futbol, es el negocio, el lucro, desmedido, sin límites, sin escrúpulos.
No puede ser de otra manera. No podría esperarse otro resultado ante la inexistencia de una educación deportiva entre la niñez y juventud. En México no se practica deporte. Los millones de estudiantes de primaria y secundaria no reciben educación física, no aprenden a competir, a recibir los beneficios de la práctica del deporte, en la salud, en la mente, a ejercitar el músculo y el corazón. A formar amigos y ganar o perder, como parte de la vida. No sucede así. El tiempo que la disciplina del magisterio sindical, obliga dedicar a esta imprescindible actividad, lo ocupa personal del magisterio venal, aviadores y oportunistas, compadres y zánganos.
El deporte en la escuela pública está confinado a tiempos de recreo, de solaz esparcimiento, caldo de cultivo de vicios. Veo con profunda tristeza que cada nueva generación de mexicanos, es más débil y mal preparada que la anterior. No saben jugar, no saben correr, no conocen las reglas con que se practican deportes. Cometen faltas, violan el reglamento y no entienden, muchachos y muchachas, el gusto y placer de competir.
Son iguales a los maestros que los deforman: se vuelven alcohólicos a temprana edad, se pierden en la virtualidad de un miserable teléfono, o en la pantalla de una computadora penosa y lamentablemente subutilizada. Porque la juventud mexicana, tampoco sabe sacar provecho de la maravillosa capacidad de la computadora y la variedad de artilugios informáticos que la rodean. Embelesados en un gadget colorido, en México el uso de la computadora para procesar información, manejar bases de datos y consultar el conocimiento es, desgraciadamente, mínimo.
Sin embargo, esta nota que debería estar dedicada por entero a la cosa del futbol, debe esperar, ante los terribles acontecimientos que suceden, diariamente y cada vez peor. El asesinato de Rodolfo Torre Cantú, marca un retroceso catastrófico en la vida política de México. De inmediato el país regresa al año de 1994: el año en que se mataron los Priistas.
Hay que recordar que en el primer día de ese año, México vivió dos sucesos claves para explicar el presente: el surgimiento de un movimiento guerrillero en Chiapas; y la entrada del Tratado de Libre Comercio con EUA y Canadá. Porque los compromisos firmados en ese entonces, con los vecinos del norte y particularmente con los Estados Unidos, destruyo las bases de la economía nacional, desapareció empleos, mermo el poder de compra del salario, empobreció a la población y arrojo al país a la búsqueda de formas diferentes de subsistencia, a la persecución incesante de las divisas, para sostener un comercio desigual, injusto e inequitativo, además de inútil.
Los dólares, indispensables para el intercambio comercial, para sostener una balanza de pagos, se nutre a la fecha, por el lado mexicano, por la suma de 35 mil millones producto de la exportación de petróleo; 25 mil millones generados por las remesas de los trabajadores exportados, a la fuerza; y por 30 mil millones que se asegura, provienen del narcotráfico. Cualquier variación de estas fuentes deja a la economía mexicana, sin “fichas” para comprar, en el garito descomunal de compra-venta compulsiva.
Por otra parte, el recuerdo del alzamiento zapatista en la selva de Chiapas, abre un abanico muy amplio, para preguntarse a qué clase de adversarios o enemigos, (quizás incluso amigos –recuerden que alguien se llevo a Diego Cervantes de Cevallos-), se enfrenta la sociedad mexicana. Ante la retorica hueca que llama de manera general “crimen organizado”, bien podría ser guerrilla, guardias blancas, grupos paramilitares, e incluso, como en Colombia (FARC) o Italia (Cosa Nostra): narcoguerrilla mexicana.
Quiero sin embargo, era el propósito que me guiaba al principio, concluir con un llamado al deporte. Una invitación al amigo, al vecino, al paisano, a dejar de lado la pereza y las envidias, la vergüenza, los miedos y rencores. Apartar de nuestras vidas todo lo que sea burocracia, programas asistenciales, obra pública, intervención gubernamental, placas de agradecimiento. Como en la Ciudad de México, de donde soy originario y de mi barrio deTepito, del cual me siento orgulloso, a fomentar la solidaridad nacional, la camaraderia y salir con nuestros hijos, en familia a convivir, a jugar, a competir, a ejercitar el cuerpo, el músculo y el espíritu. Y no permitir, jamás, que el miedo sea el que domine nuestras acciones y nuestras vidas.
No puede ser de otra manera. No podría esperarse otro resultado ante la inexistencia de una educación deportiva entre la niñez y juventud. En México no se practica deporte. Los millones de estudiantes de primaria y secundaria no reciben educación física, no aprenden a competir, a recibir los beneficios de la práctica del deporte, en la salud, en la mente, a ejercitar el músculo y el corazón. A formar amigos y ganar o perder, como parte de la vida. No sucede así. El tiempo que la disciplina del magisterio sindical, obliga dedicar a esta imprescindible actividad, lo ocupa personal del magisterio venal, aviadores y oportunistas, compadres y zánganos.
El deporte en la escuela pública está confinado a tiempos de recreo, de solaz esparcimiento, caldo de cultivo de vicios. Veo con profunda tristeza que cada nueva generación de mexicanos, es más débil y mal preparada que la anterior. No saben jugar, no saben correr, no conocen las reglas con que se practican deportes. Cometen faltas, violan el reglamento y no entienden, muchachos y muchachas, el gusto y placer de competir.
Son iguales a los maestros que los deforman: se vuelven alcohólicos a temprana edad, se pierden en la virtualidad de un miserable teléfono, o en la pantalla de una computadora penosa y lamentablemente subutilizada. Porque la juventud mexicana, tampoco sabe sacar provecho de la maravillosa capacidad de la computadora y la variedad de artilugios informáticos que la rodean. Embelesados en un gadget colorido, en México el uso de la computadora para procesar información, manejar bases de datos y consultar el conocimiento es, desgraciadamente, mínimo.
Sin embargo, esta nota que debería estar dedicada por entero a la cosa del futbol, debe esperar, ante los terribles acontecimientos que suceden, diariamente y cada vez peor. El asesinato de Rodolfo Torre Cantú, marca un retroceso catastrófico en la vida política de México. De inmediato el país regresa al año de 1994: el año en que se mataron los Priistas.
Hay que recordar que en el primer día de ese año, México vivió dos sucesos claves para explicar el presente: el surgimiento de un movimiento guerrillero en Chiapas; y la entrada del Tratado de Libre Comercio con EUA y Canadá. Porque los compromisos firmados en ese entonces, con los vecinos del norte y particularmente con los Estados Unidos, destruyo las bases de la economía nacional, desapareció empleos, mermo el poder de compra del salario, empobreció a la población y arrojo al país a la búsqueda de formas diferentes de subsistencia, a la persecución incesante de las divisas, para sostener un comercio desigual, injusto e inequitativo, además de inútil.
Los dólares, indispensables para el intercambio comercial, para sostener una balanza de pagos, se nutre a la fecha, por el lado mexicano, por la suma de 35 mil millones producto de la exportación de petróleo; 25 mil millones generados por las remesas de los trabajadores exportados, a la fuerza; y por 30 mil millones que se asegura, provienen del narcotráfico. Cualquier variación de estas fuentes deja a la economía mexicana, sin “fichas” para comprar, en el garito descomunal de compra-venta compulsiva.
Por otra parte, el recuerdo del alzamiento zapatista en la selva de Chiapas, abre un abanico muy amplio, para preguntarse a qué clase de adversarios o enemigos, (quizás incluso amigos –recuerden que alguien se llevo a Diego Cervantes de Cevallos-), se enfrenta la sociedad mexicana. Ante la retorica hueca que llama de manera general “crimen organizado”, bien podría ser guerrilla, guardias blancas, grupos paramilitares, e incluso, como en Colombia (FARC) o Italia (Cosa Nostra): narcoguerrilla mexicana.
Quiero sin embargo, era el propósito que me guiaba al principio, concluir con un llamado al deporte. Una invitación al amigo, al vecino, al paisano, a dejar de lado la pereza y las envidias, la vergüenza, los miedos y rencores. Apartar de nuestras vidas todo lo que sea burocracia, programas asistenciales, obra pública, intervención gubernamental, placas de agradecimiento. Como en la Ciudad de México, de donde soy originario y de mi barrio deTepito, del cual me siento orgulloso, a fomentar la solidaridad nacional, la camaraderia y salir con nuestros hijos, en familia a convivir, a jugar, a competir, a ejercitar el cuerpo, el músculo y el espíritu. Y no permitir, jamás, que el miedo sea el que domine nuestras acciones y nuestras vidas.
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