En la antesala del parto del monte. A
punto de acometer nuevamente el riesgo de la paternidad real, la de los libros,
el lance del escritor, la de mis palabras, la filosofía en la que me sustento,
sostengo, erijo –de erigir-, elijo, comparto los prólogos en los que trabajo.
Mas un comentario breve que he puesto en las redes sociales, a propósito del
futbol.
“Siento pena por la gente que CREE...
Por los mexicanos que no piensan y son títeres de la televisión...Pero me da
gusto que se terminé esta farsa... Torneo arreglado... y que ya no haya más pre
textos del PEÑA NIETO... Es hora de ajustar cuentas...
Llevo 44 años siendo testigo de un MEXICO que no sabe ganar...que solo sabe perder... lo mismo un partido de futbol... que PETROLEO, LUZ, PLAYAS, MONTAÑAS... y el etcétera es infinito...”
Llevo 44 años siendo testigo de un MEXICO que no sabe ganar...que solo sabe perder... lo mismo un partido de futbol... que PETROLEO, LUZ, PLAYAS, MONTAÑAS... y el etcétera es infinito...”
“Como un resorte que se libera... salté
gritando goool... mis dos hijas me veían incrédulas... mi emoción era
genuina... Holanda empataba
Un gusto ver desmoronarse el equipo de
futbol que hace unos meses calificó en tiempos extra, gracias a un gol de EUA a
Panamá... un país de 3 millones de habitantes quedaba eliminado de chiripa… y
pasaba un país de 130 millones de mexicanos...
Cuando cayó Robben me di cuenta inmediatamente que marcarían penalty y entonces ya no grite... más bien me sentí en un deja vu... sabía que otra vez perdería la selección de futbol... como siempre... Se me enredaban las ideas en la cabeza... alegría porque eliminaban al equipo de futbol que representaba a Peña nieto, a Televisa, a tantísimo fanático incapaz de pensar... Frustración al ver que los rostros de mis jóvenes familiares se ensombrecían... quedaban mudos... no había palabras... no comprendían... Veíamos entrevistas.... el hilo de los discursos en general de todo el público era de resignación... justificación... pasmo... Si me preguntaran... dije... diría que me daba gusto que perdiera la selección de Televisa... que no hubo SORIANA... y por eso no pudo ganar el juego el equipo de Peña... Que es reflejo del estado social de México... Yo hubiera dicho todo eso y más...”
Cuando cayó Robben me di cuenta inmediatamente que marcarían penalty y entonces ya no grite... más bien me sentí en un deja vu... sabía que otra vez perdería la selección de futbol... como siempre... Se me enredaban las ideas en la cabeza... alegría porque eliminaban al equipo de futbol que representaba a Peña nieto, a Televisa, a tantísimo fanático incapaz de pensar... Frustración al ver que los rostros de mis jóvenes familiares se ensombrecían... quedaban mudos... no había palabras... no comprendían... Veíamos entrevistas.... el hilo de los discursos en general de todo el público era de resignación... justificación... pasmo... Si me preguntaran... dije... diría que me daba gusto que perdiera la selección de Televisa... que no hubo SORIANA... y por eso no pudo ganar el juego el equipo de Peña... Que es reflejo del estado social de México... Yo hubiera dicho todo eso y más...”
Prólogo a la Segunda Edición
Nicolás Copérnico, Carlos Darwin y
Segismundo Freud son los hombres de ciencia de mayor influencia en la historia
de la humanidad. Demostrar que la tierra gira alrededor del sol, que el ser
humano es producto de la evolución animal o que la conciencia de la razón es
resultado de deseos reprimidos, desvaneció el mito milenario que hacía a la
humanidad el centro del universo, creación divina y dueña de su libre albedrío.
Son estampas de los Genios que tanto
urgen en México, “que andamos justos de genios”. Ejemplos
del genio que guía, el Dios que tutela, es la raíz que
genera, crea, descubre, ingenia, da vida, inventa, inspira, lucha y gana.
Genios que sean progenitores, nacimiento, generosos, indigentes, que sean gente, son indígenas,
gentiles, generadores y regeneradores, germen, congénitos. Genios primogénitos,
los primeros entre iguales, que son génesis y Teogonía: Origen de otros Dioses,
linaje de un género de vida superior, la Divina.
Este libro que tienes entre tus manos, debes saber que
es la segunda edición, corregida y aumentada de la que primeramente se llamo
“El Estilo del Genio” (2012). Más hablar de ediciones son palabras mayores,
aunque en el caso de este Ensayo me refiera a publicaciones restringidas,
ediciones de un centenar de libros, artesanos, de colección.
En realidad son dos ediciones distintas. Propiamente
son textos diferentes, no obstante que el segundo contenga al primero. Pero los
tiempos de publicación y el espíritu que anima a uno y a otro son completamente
diferentes. Si la primera edición estuvo imbuida de un optimismo desbordante
que resultó, hasta el momento, exagerado, esta segunda versión nace recargada
de un pesimismo que debe ser evitado.
Baste saber -anoto al calce- que al momento de
escribir estas líneas, la gente en México aun no se repone, al ver nuevamente derrotado su ánimo
futbolero. Caer ante por Holanda 2-1 en
Brasil 2014, se suma a una larga lista de pérdidas nacionales que cumple 44
años, desde que en 1970 –con otro formato de competencia- Italia le metió 4-1 a
los “ratones verdes”.
Se olvidan las grandes derrotas nacionales y las
peores perdidas de territorios, dignidad, prestigio, respeto. La historia se ve
lejana cuando en México estamos perdiendo riquezas territoriales, playas,
recursos energéticos, montañas, valles, mares, ensenadas, a nuestra gente, los
niños, tradiciones, fauna, flora, folclore. Ni en los “sueños más salvajes”
dice un ex gerente nacional, se imagino una nación en subasta al mejor postor, como
ocurre aquí y ahora.
De ahí el cambio drástico en el titulo de este
trabajo. Si hace dos años pensaba en recrearme con Genios con estilo, hay que
regresar pasos en el camino y pensar en Crear Genios con estilo. Y por estilo
afirmo la buena educación, el buen gusto, la estética, la amabilidad del
individuo, el aprecio por lo mejor, el entendimiento de lo que es bueno, es
bello y es agradable.
Ahora debo explicar el nuevo título de este trabajo.
Deben saber que divague entre las palabras educación, instruir, enseñar, formar
y me encontré con precisiones y restricciones, en los pensadores que acometen
el reto de descifrar el camino correcto para educar a la sociedad. Se olvida
–deliberadamente- la existencia de un libro dedicado a la Educación en la Ciudad
Perfecta, en el tratado de la Política
de Aristóteles.
Entonces hay unos que abordan el orden, funciones,
procesos, diagnostican, revisan, anteponen la calidad, estratifican, hablan de
élites, de masas y, al final me encontré que es la formación el término que
parece más preciso, en acto, constante, es educación permanente, al hablar de
los Genios.
No obstante, Pestalozzi, Durkheim, Herbart, Platón y
hasta Jacques Delors al frente de la UNESCO, no supieron como contrarrestar a
mi hija Cristina, quien al escuchar mis explicaciones en torno al nombre de
este Ensayo, que trata de mi método personal y exclusivo -una mezcla del Sr
Miyagi el de Karate Kid con Obi wan Kenobi y el use the force- dijo, Crear
Genios y agrego… con estilo
Concluyo dejando un reclamo al tiempo y las
circunstancias nacionales. Siempre supe que yo era un Genio y nadie me lo
creyó. Debí callar y sufrir las consecuencias de no ser igual a todos. Mi Papá
me forzaba a medir mis talentos con los de otros Genios, siempre reducido a
nada ante la inequidad de las comparaciones. Mi Madre fue tajante en su rasero:
todos son iguales, tú te crees mucho.
Nada les reclamo, pero si señalo que como ellos, mis
Padres son espejo de un México que no acepta las diferencias entre lo más y lo
menos. Ya se toleran las elecciones amorosas,
las diferencias de razas, de religiones, pero de ninguna manera se
reconoce lo superior de lo inferior. El actual sistema de educación refuerza el
principio de la medianía con capacidades laborales. La cosmovisión que cubre el
cielo nacional se erige con base en la igualdad manifiesta de la creación
religiosa, o las diferencias producidas por la voluntad de los dioses de cada
cual.
Nada es más subversivo en la sociedad mexicana, que
esgrimir lo mayor de lo menor, con base en la naturaleza de las cosas. Nada
tiene un valor, si no es el
estrictamente comercial. ¿Cuánto tienes cuanto vales? Nada es más chocante que
los actos que no tienen precio o las voluntades que no se cotizan en el mercado
de los dineros. Una partida de Ajedrez brillante a nadie le importa, a menos
que se venda como los libros de autoayuda o los de superación personal. La
máxima shumepeteriana el Genio alcanza lo que nadie más puede ver, tiene
sentido, siempre y cuando exista un precio que esté dispuesto a pagar el
público consumidor. Y así no saldremos jamás del Laberinto del Fauno nacional.
El trabajo de los grandes Sabios, todos
ellos Genios, ha transformado completamente
el mundo. Pero el mayor valor de sus aportaciones ha consistido en la atención
al conocimiento humano, que hacía miles de años ya sabía todo esto y mucho más.
Son tiempos de recordar la diversidad de
géneros de vida que el saber antiguo
reconocía. Las discrepancias que entendían con claridad meridiana tanto
el idealismo platónico, lo mismo que el análisis aristotélico.
Así como el ser humano puede tener
diferentes géneros de vida: el de goce
o dormido, el activo o despierto, o bien, el contemplativo o sabio. Igualmente,
existen tres clases de médicos, que curan y sanan la salud de la obra humana, o
cualquier manifestación de esta. Los profesionistas que estudian, pueden llegar
a ser doctores preparados exclusivamente en el entendimiento de lo físico,
algunos médicos dialécticos y muy pocos, sabios. Los compromisos adquiridos en
el mundo globalizado, atan los objetivos de la educación pública y privada en
México a la formación de profesionistas limitados al entendimiento de los
malestares, solo en el estadio de la salud física. Por eso los diagnósticos no
son correctos. No hay reflexiones profundas ni conocimiento detrás.
El corolario de esta recepción es que
hay que Crear Genios para recuperar la salud nacional. La tesis por comprobar
es que este Ensayo sea la puerta de entrada al universo de la creación divina,
la de los “queremos Genios en vida” (“Eu Genio Salvador Dalí” Mecano 1988)