Thursday, June 17, 2010

HABLEMOS DE FUTBOL III

Soy parte de una generación que ha sido testigo de contrastes. Actor de un mundo marcado por lo sorprendente, lo increíble, lo nunca visto. Testigo directo y presencial de una realidad que comprende expectativas, ilusiones, fenómenos naturales, cambios tecnológicos, eventos deportivos inolvidables y después la nada, fracaso tras fracaso, la barbarie, la estupidez generalizada, el miedo, fanatismos y fundamentalismos, y luego igual que hace 100 años, en el mismo lugar, en La Mina de Cananea, la intervención del ejército ha ocasionado que “Un grupo formado por los principales sindicatos sudafricanos decidió aprovechar el Mundial de futbol para solidarizarse con sus homólogos mexicanos, denunciando públicamente el terror generado por el gobierno fascista y contrarrevolucionario". "Hemos decidido aprovechar el Mundial de la FIFA 2010 como plataforma para denunciar la situación urgente de los trabajadores y la pobreza en México. El futbol es un deporte de la clase trabajadora y debe ser utilizado para movilizar a la sociedad”.
Hace cosa de 15 años disfrute la amistad de un gran hombre y vecino de Temascaltepec. Paul Stevens me dio la oportunidad de ser parte de sus amigos y lo recuerdo con admiración y respeto. Era costumbre reunirse la gente de “bien” el día de la Fiesta del pueblo en “La Cebada” su casa. Hombre culto, de gran patrimonio, Paul Stevens trabajo por el bien de Temascaltepec, con su empacadora, sus abejas y borregos.
Después de servir por años en la industria privada, un accidente lo llevo a independizarse económicamente y a partir de entonces hacer crecer su fortuna, aún y en contra de los principios políticos nacionales de la época, las normas diplomáticas mexicanas y restricciones económicas. Ni la República de Chile, tras el asesinato del Presidente Salvador Allende en 1973, ni Sudáfrica y sus prácticas del apartheid (segregación racial) fueron destinos autorizados para el comercio, turismo, diplomacia, excepto para quienes como Pablo se las ingeniaron en inaugurar en México, la figura del “bróker”, la triangulación a través de terceros países y la compra-venta de los insumos y materias primas que únicamente se conseguían en estos países. Como buen oligarca, Paul era partidario de la máxima. “solamente haz lo que te convenga”. Quizás sin decirlo, habría que agregar a su abanico ideológico: que el capital no tiene fronteras; y que detrás de cada gran capital, hay una gran historia de crimen y de sangre.
Recuerdo que este buen amigo y maestro de muchas cosas, le gustaba persuadir con su carácter, sobre las virtudes de un régimen dictatorial, como el que implanto Pinochet en La República de Chile. De la tortura, desapariciones, toque de queda y la buscada “paz social”. Pero más emoción le causaba platicar de la –a su juicio-, bien organizada vida en Sudáfrica, de la sana separación de tribus y emigrantes de raza blanca, de preservar cada quien sus costumbres, no mezclarse, reservar cada quien sus áreas de vivienda, escuela y trabajo. De origen inglés, el Ing. Stevens creía y veía con naturalidad ambas formas de organización política y disimuladamente las sugería, en tiempos en que no era políticamente correcto hacerlo. Si viviera, le haría muy feliz –quizás no-, ver a México cercano a sus aspiraciones ideales.
Por ejemplo, uno de mis traumas infantiles que no he podido superar, era ver en la televisión, el programa “futbolito Bimbo”, que transmitía los encuentros entre niños de las escuelas Cristóbal Colón, México y La Salle entre otras, que me provocaba enojo (envidia), porque veía una cancha muy bonita y unos niños muy torpes y fofos. No comprendía porque nosotros, mi equipo, de niños muy superiores en inteligencia y vida, teníamos que jugar en los llanos de la Deportiva, o del Plan Sexenal. Como deja vu, ese recuerdo regresa en estos tiempos futboleros, con un jingle de “haz sándwich” y ver la publicidad que empuja un consumismo caro y nada saludable. Cada rebanada de pan blanco cuesta $1.35 (se necesitan dos para hacer el sándwich) y el valor nutricional equivale a una hoja de papel “klennex”.
Son estos contrastes injustos, lo que ha ocasionado que a diferencia de hace 44 años en que me emocione, junto con mi Padre, ver anotar gol a Enrique Borja a la Selección de Francia, en el Mundial de Inglaterra 1966, para el juego de este día en que escribo mi columna, me hago eco de Rafael Cardona (un viejo sabio): “En lo deportivo me dolería la derrota de la Selección Nacional. En lo político nada me daría más gusto: ver cómo le cierran la bocaza al engañabobos Javier Aguirre y se derrumba la engañifa de su gran selección”.

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