Wednesday, January 20, 2010

TERREMOTOS

La tragedia que azota Haití puede tener varias lecturas políticas para México. La más importante de ellas tiene que ver con la enorme diferencia entre la población haitiana y la población mexicana que sufrió hace 25 años las consecuencias del gran terremoto de 1985.
Mientras nosotros nos organizamos inmediatamente, ante la ausencia de autoridad, gobierno y poder alguno, el pueblo caribeño demuestra el efecto de siglos de esclavitud y se comportan como bestias. Entonces la solidaridad fue la esencia, esa palabra tan pervertida años después por Salinas de Gortari, al grado que ha dejado de tener el significado que le dio origen en el drama y la tragedia de México: solidaridad significo algún día, entrega, amistad, ser “carnal”, “hijo”, “plebe”; solidaridad fue símbolo de unión, entrega, sacrificio y renacimiento; dolor y compartimento. La solidaridad que surgió junto con los sindicatos de las costureras, arrojadas a las calles, con las bandas chilangas, con la gente de Tlatelolco, no fue nunca nada comparado a la voz democracia actual, con que se premia la sumisión y obediencia de las mayorías.
El Terremoto de 1985 fue sin duda un parteaguas entre el antes y después de la Ciudad de México. Antes del PRI corrompido, amañado, pervertido y el después de los gobiernos de izquierda que han hecho nuevamente a la capital motivo de orgullo y símbolo de buen vivir, a pesar de las acechanzas y trampas que a diario le avientan encima tanto la reacción clerical y las cofradías reaccionarias del PAN, como las corruptas, hipócritas y sinvergüenzas burocracias del PRI.

Era el año de 1986, 6 de febrero, el reloj marcaba las 10 de la mañana y apenas y terminaba del asunto que me ocupaba entonces; una más de las importantes obras públicas inútiles que terminaron por fastidiarme, hartarme, desilusionarme. Tiempos de ignominia y desconsuelo. Media ciudad capital asolada por el peor terremoto del siglo. Aún rescataban cadáveres entre los escombros derruidos, de las zonas que se convirtieron en bandera de lucha social y símbolos de otro México en ciernes: Tlatelolco vulnerado, colonia Roma diezmada, igual que la Anzures, Condesa, Juárez. Victimas a la intemperie. Qué decir de las colonias Obrera, Doctores, Morelos, Peralvillo, Álamos.... las más populares, las peor afectadas.
Caída estrepitosa de íconos venerados: centros hospitalarios, antenas televisivas, hoteles memorables, restoranes imborrables, escuelas, condominios, hogares que ya no más. Las consecuencias del temblor de septiembre de 1985, completaron el ciclo de destrucción y derrumbe comenzado diez años atrás, en septiembre de 1976, con el anuncio de la devaluación del peso. El desmoronamiento de los usos y costumbres de la forma de gobierno Republicana, emanada de la Revolución Mexicana triunfante, acabaron con instituciones, valores, imaginarios colectivos, confianza, virtudes nacionales y por último terminó por desaparecer y hundir simbólicamente a la ciudad capital, recinto de los poderes federales.

Testimonio personal, adelanto de mi libro inaugural, quizás la primera de las CARTAS SUREÑAS, visión particular que determino tomar la decisión de mudar mi residencia, fuera del DF corrompido, destruido por el PRI, a la provincia mexicana, a Temascaltepec primero, a Tejupilco después: a “hacer patria” a la antigua, con el trabajo, el ejemplo y el pundonor.
Y otra lectura interesante de esta desgracia que sufre Haití, que solo cabe en la imaginación, pero que lamentabilísimamente es real, es ver a los haitianos desatados, desesperados, ateridos, saquear lo que se pueda, robar desesperadamente, arrebatar sin conmiseración, igual como lo hacen los llamados así “políticos” en México, los burócratas, los sátrapas, todos lo que ahora se han apropiado de los órganos del Estado Nacional, del Gobierno de México y de valores e instituciones, recursos y riquezas públicos, como lo establece originariamente la Constitución Política Mexicana

Friday, January 08, 2010

BREVE HISTORIA DEL TRANSPORTE EN EL DF

Hubo una vez que la Ciudad de México fue conocida por sus glorietas y camellones. Cuentan que a mediados de la década de los años 60’s, era el mismo Regente Ernesto P. Uruchurtu quien cuidaba las flores que adornaban las vialidades capitalinas. Colonias como la Álamos, Condesa, Narvarte o Doctores estaban diseñadas para el tránsito de vehículos públicos y privados de manera ágil y hermosa. Más tarde la introducción del Sistema de Transporte Colectivo, el llamado “Metro” modificó el paisaje urbano, pero ayudo a solucionar los novedosos problemas de transporte y hacer de camiones, taxis y Metro un inmejorable modo de movilización, hasta que iniciaron la serie de malos gobiernos capitalinos, que arruinaron la organización social y la composición de la ciudad.
Después que el Jefe del Departamento del DF –así era entonces- Corona del Rosal inaugurará en 1968, las 3 primeras rutas del Metro, su sucesor, Octavio Sentíes no le agrego ni un centímetro al metro. Sin embargo el peor Regente que sufrió la antigua Ciudad de los Palacios fue un ídolo de estas regiones del estado de México, el Profesor Carlos Hank, quien no solo no continuo el transporte masivo, sino que partió la Capital de la República Mexicana, en ejes longitudinales y la dispuso para el transporte privado, para el automóvil, del cual fue su mejor embajador automotriz, además de desmantelar y confiscar el transporte público, dejando en la ruina a miles de pequeños propietarios y en el desempleo a muchos más trabajadores del volante, mecánicos y chalanes. Un desastre total, igualito como ahora ha pasado con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y el desempleo en que ha dejado a esta región, particularmente a Temascaltepec.
La Naturaleza sabia, se encargaría de cobrar tantos errores políticos y administrativos y el siguiente burócrata, Ramón Aguirre, no supo ni que hacer, cuando un terremoto en 1985 dejo al DF sin calles, edificios, casas y medios de comunicación. No fue sino hasta el periodo de Manuel Camacho quien nuevamente, a partir de 1988, 20 años después de la inauguración de las primeras líneas, continuó la obra del Metro.
Por fortuna, los tres gobiernos, que han encabezado, a partir de 1994, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, han devuelto a la Ciudad Capital le funcionalidad y la facilidad para llegar casi a cualquier parte de la ciudad, a través del Metro y las múltiples conexiones colectivas de transporte que existen, entre ellas taxis y tren ligero. No obstante se acaba de anunciar la construcción de un tranvía que transitaría en el Centro Histórico del DF, causando alarma y zozobra por la destrucción, la torpeza de la medida y el descomunal gasto, superior a los 26 mil millones de pesos. Ojala se logre cancelar este absurdo proyecto, gracias a la participación social y conciencia cívica y política de los habitantes del DF.
Todo lo anterior sea, para reflexionar sobre las obras que se realizan en los municipios de este sur del Estado de México, muchas de ellas tan inútiles, como desagradables: sin planeación, sin inteligencia y sin gusto. Quizás una de las acciones que exigen la inmediata rectificación, son los absurdos camellones que están a la entrada sur de Temascaltepec, que estorban, que afean, que provocan accidentes y no sirven para nada útil.