A diferencia de mi compañero y buen amigo Nacho Macedo yo no creo que Tejupilco sea una ciudad. Hay una carga muy subjetiva en esta declaración, además de las razones objetivas que desarrollare a continuación. Porque de la misma manera que no creo que un jovencito de 18 años sea un adulto, responsable que asuma derechos y deberes, tampoco acepto como válidos y buenos los criterios estrictamente demográficos, con que se pretende determinar que una población sea o no ciudad.
Pero no es un asunto de creer o no. La ley determina que la mayoría de edad comienza a los 18 años, no obstante el sentido electorero y demagógico de esta disposición, promulgada el 31 de diciembre de 1969 por Luis Echeverría, apenas asumido el cargo de Presidente de la República, como primera concesión de muchas otras que hizo a la juventud mexicana, que un año antes había mandado masacrar, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.
Utilizar el número de habitantes como base y condición, para convertir un pueblo en ciudad es una estratagema que tiene que ver con beneficios más subjetivos que reales, para quienes habitamos en ella. Porque una ciudad no solo se resume en la cantidad de gente que allí vive, o las actividades económicas a que se dedican –otro criterio empleado para calificar de ciudad a un pueblo, es que no más de 25 % de su población se dedique a actividades primarias-, como tampoco el número de casas o construcciones que la forman.
En España, Madrid, la capital, tiene categoría de Villa mientras que Barcelona es una Ciudad. La Ciudad de México era hasta hace unos años una Jefatura de Departamento, dependiente de la Presidencia de la República.
La semana pasada nuevamente escuche con atención que el Maestro Macedo alerto al gobierno de Tejupilco, para que estén, dijo “a la altura” del desarrollo que se vislumbra está por llegar. Puso como ejemplo las grandes cadenas comerciales que ya están instaladas como Elektra y Coppel – a pesar de reconocer que ambas no cuentan con cajones de estacionamiento- y de la inminencia del establecimiento de otras más. No estoy de acuerdo. Es más, no creo que deba ser el gobierno municipal quien decida exclusivamente el desarrollo urbano.
Algunos datos importantes a considerar son que Tejupilco tiene una población de 62 547 personas, repartidas en un territorio de 1327 km cuadrados, lo cual da una densidad de 47 habitantes por km cuadrado (Sao Paulo tiene una densidad de 7160 habitantes por km2 y en cambio todo Brasil es de 22). Que el 34 % de su población se dedica a actividades relacionadas con el sector primario de la economía y que el total de población que había crecido año con año llego a un tope en el año 2000, tras lo cual se ha registrado una disminución. “Las malas comunicaciones impiden el desarrollo local, pues no se produce la radicación en el municipio de empresas nacionales o trasnacionales. La mayoría de la gente cualificada decide irse a trabajar a otras partes del estado o a los Estados Unidos de América, con el consiguiente desperdicio de recursos humanos en la zona”
Desconozco si existe un Plan Rector del desarrollo Urbano en el estado de México y si Tejupilco junto con todo el Sur del estado forma parte de esa planeación. Lo que si se es que el Gobierno del estado de México que encabeza Enrique Peña Nieto, controla al Instituto Electoral (IEEM), a la Comisión de Derechos Humanos, al Instituto de Transparencia, a la UAEM, al Poder Legislativo y al Poder Judicial y así resulta imposible pensar que la población pueda intervenir y participar en las decisiones que adoptan, exclusivamente los grupos que se encuentran en el poder del gobierno y que son los grandes beneficiarios de esta forma anárquica de desarrollo.
La realdad es que una ciudad es algo más que casas y gente. Son servicios, diversiones, costumbres, limpieza, orden, amabilidad, cultura, educación, respeto y convivencia. Hay ciudades emblemáticas como Guanajuato donde no se permiten anuncios luminosos ni semáforos.
Hay otras ciudades en que la población se ha opuesto activamente, a la llegada de cadenas comerciales que destruyen la imagen y la convivencia ciudadana, como por ejemplo la Colonia Morelos del DF que impidió establecerse a Carrefour, o Cuernavaca que se ha opuesto a la operación de COSTCO, por perjudicar la economía y la urbanización local.
“Las ciudades suelen mantener una relación ambigua tanto con sus residentes como con sus visitantes: son mujeres caprichosas que exigen una fidelidad a prueba de fuego, de lo contrario dan la espalda y se dedican a promover una indiferencia sin límites. Pienso en el caso emblemático de James Joyce, que llegó a odiar tanto su Dublín natal que tuvo que reinventarla mediante una escritura practicada en el exilio en París, Trieste y Zúrich. Sin embargo, y al igual que las mujeres, las ciudades son dadivosas cuando se saben amadas y admiradas.”
Urge debatir y hablar, opinar y decir sobre este tema de trascendental importancia. Te invito a que lo hagas en facebook o en www.temascaltepec1.blogspót.com
Pero no es un asunto de creer o no. La ley determina que la mayoría de edad comienza a los 18 años, no obstante el sentido electorero y demagógico de esta disposición, promulgada el 31 de diciembre de 1969 por Luis Echeverría, apenas asumido el cargo de Presidente de la República, como primera concesión de muchas otras que hizo a la juventud mexicana, que un año antes había mandado masacrar, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.
Utilizar el número de habitantes como base y condición, para convertir un pueblo en ciudad es una estratagema que tiene que ver con beneficios más subjetivos que reales, para quienes habitamos en ella. Porque una ciudad no solo se resume en la cantidad de gente que allí vive, o las actividades económicas a que se dedican –otro criterio empleado para calificar de ciudad a un pueblo, es que no más de 25 % de su población se dedique a actividades primarias-, como tampoco el número de casas o construcciones que la forman.
En España, Madrid, la capital, tiene categoría de Villa mientras que Barcelona es una Ciudad. La Ciudad de México era hasta hace unos años una Jefatura de Departamento, dependiente de la Presidencia de la República.
La semana pasada nuevamente escuche con atención que el Maestro Macedo alerto al gobierno de Tejupilco, para que estén, dijo “a la altura” del desarrollo que se vislumbra está por llegar. Puso como ejemplo las grandes cadenas comerciales que ya están instaladas como Elektra y Coppel – a pesar de reconocer que ambas no cuentan con cajones de estacionamiento- y de la inminencia del establecimiento de otras más. No estoy de acuerdo. Es más, no creo que deba ser el gobierno municipal quien decida exclusivamente el desarrollo urbano.
Algunos datos importantes a considerar son que Tejupilco tiene una población de 62 547 personas, repartidas en un territorio de 1327 km cuadrados, lo cual da una densidad de 47 habitantes por km cuadrado (Sao Paulo tiene una densidad de 7160 habitantes por km2 y en cambio todo Brasil es de 22). Que el 34 % de su población se dedica a actividades relacionadas con el sector primario de la economía y que el total de población que había crecido año con año llego a un tope en el año 2000, tras lo cual se ha registrado una disminución. “Las malas comunicaciones impiden el desarrollo local, pues no se produce la radicación en el municipio de empresas nacionales o trasnacionales. La mayoría de la gente cualificada decide irse a trabajar a otras partes del estado o a los Estados Unidos de América, con el consiguiente desperdicio de recursos humanos en la zona”
Desconozco si existe un Plan Rector del desarrollo Urbano en el estado de México y si Tejupilco junto con todo el Sur del estado forma parte de esa planeación. Lo que si se es que el Gobierno del estado de México que encabeza Enrique Peña Nieto, controla al Instituto Electoral (IEEM), a la Comisión de Derechos Humanos, al Instituto de Transparencia, a la UAEM, al Poder Legislativo y al Poder Judicial y así resulta imposible pensar que la población pueda intervenir y participar en las decisiones que adoptan, exclusivamente los grupos que se encuentran en el poder del gobierno y que son los grandes beneficiarios de esta forma anárquica de desarrollo.
La realdad es que una ciudad es algo más que casas y gente. Son servicios, diversiones, costumbres, limpieza, orden, amabilidad, cultura, educación, respeto y convivencia. Hay ciudades emblemáticas como Guanajuato donde no se permiten anuncios luminosos ni semáforos.
Hay otras ciudades en que la población se ha opuesto activamente, a la llegada de cadenas comerciales que destruyen la imagen y la convivencia ciudadana, como por ejemplo la Colonia Morelos del DF que impidió establecerse a Carrefour, o Cuernavaca que se ha opuesto a la operación de COSTCO, por perjudicar la economía y la urbanización local.
“Las ciudades suelen mantener una relación ambigua tanto con sus residentes como con sus visitantes: son mujeres caprichosas que exigen una fidelidad a prueba de fuego, de lo contrario dan la espalda y se dedican a promover una indiferencia sin límites. Pienso en el caso emblemático de James Joyce, que llegó a odiar tanto su Dublín natal que tuvo que reinventarla mediante una escritura practicada en el exilio en París, Trieste y Zúrich. Sin embargo, y al igual que las mujeres, las ciudades son dadivosas cuando se saben amadas y admiradas.”
Urge debatir y hablar, opinar y decir sobre este tema de trascendental importancia. Te invito a que lo hagas en facebook o en www.temascaltepec1.blogspót.com
