El pasado fin de s
emana se llevo a cabo el Segundo Campamento de Verano “El Areté” 2010. El evento resulto todo un éxito, tanto por el número de participantes, cinco veces mayor que el primero del año pasado, y por los resultados que se pudieron observar entre los niños y niñas que practicaron esta forma de convivencia y capacitación, novedosa e inédita aún, en estas latitudes del país. Se cumplió con un programa ágil e integral, se establecieron lazos de fraternidad y camaradería, se atendió puntualmente la promoción de valores personales básicos y naturales y se vivieron rutinas nunca antes vividas por los participantes.
Fueron tres días de convivencia, dentro de las instalaciones del Rancho El Areté –el nombre proviene de la etimología grecolatina que significa virtud y excelencia- localizado en el Barrio de la Magdalena en Temascaltepec, un auténtico paraíso natural.
El Campamento estuvo a cargo de las jóvenes hermanas Claudia, Cristina y Carmen y constituyo una opción interesante y económica para combatir la apatía y el aburrimiento, en que habitualmente se sumerge la juventud sureña, en el periodo vacacional, sin sus compañeros tradicionales y sin recursos suficientes para salir a vacacionar a otros lugares. Es una forma inteligente de combatir la depresión que provocan las noticias diarias, de romper con la monotonía y de variar las prácticas y enseñanzas que se aprenden en las escuelas, en el hogar y en la sociedad tradicional.
Porque el Campamento del Areté es un esfuerzo desarrollado estrictamente por particulares, que busca desarrollar un mercado que no existe en la región. Sin duda que este Campamento es apenas el segundo peldaño de una escalera que en otros lugares lleva muchos años de crecer y de ahí la demanda y los precios que se cobran. Por ejemplo un curso de verano en el estado de Morelos, en San Luis Potosí o en Valle de Bravo tiene un costo diario mínimo de $1200 pesos, mientras que en el Areté únicamente fue de $200 diarios.
Sin embargo el bajo costo, de ninguna manera representó menor calidad en el servicio recibido por los campistas. Por el contrario, la atención en el Campamento del Areté se distinguió por la atención personalizada y cercana por parte de sus organizadoras. A diferencia de otros campamentos, la experiencia en el Areté dura solo tres días, lo que permite a los participantes aprovechar al máximo el tiempo y la convivencia de la mejor manera, sin caer en el aburrimiento, desesperación, ni extrañar las comodidades domésticas.
Fueron cerca de 70 horas en que los niños y niñas tuvieron oportunidad de nadar, jugar basquetbol, ping-pong, futbol, cantar, sentarse en torno a una fogata y comer bombones asados, escuchar relatos de terror, lanzarse en tirolesa, escalar a rapel, jugar boliche Celta, ensayarse en el karaoke, jugar ajedrez y toda una variedad de juegos de mesa. Los muchachos y muchachas disfrutaron particularmente la practicar del send
erismo, por el sinnúmero de rutas maravillosas que componen los cerros de Temascaltepec, armar su tienda de campaña y pernoctar a descampado, tras una tarde de lluvia, cobijados por la negra noche. Además de realizar manualidades, brincar en el trampolín y recordar juegos, tan simples como divertidos y a veces olvidados (escondidillas, bote pateado…)
A pesar de la brevedad del tiempo en que estuvieron reunidos, hubo espacios para escuchar la importancia de mantener una actitud ejemplar, un estilo diferente, unas maneras educadas, corteses y amables con todos los integrantes de esta convivencia. Tan importante es el buen carácter en el Campamento, como el respeto a la ecología y a la Madre Naturaleza. Al salir del Campamento del Areté, los jóvenes adquieren el rango de Cuinique y las jovencitas el de Nutria de Rio, especies endogámicas y en vías de extinción en la región.
Hay mucho que decir del Campamento El Areté; que constituye toda una terapia fraterna y de convivencia; que es un ejercicio eminentemente liberal, laico y de culto al buen vivir; que el Campamento se complemento con la visita realizada a las instalaciones que tiene en desarrollo Don Armando Rosete, el afamado “Español” y su tan leal como esforzada Carmen, y Nayheli, la hija mayor.
Creo que lo más importante es que El Campamento El Areté demostró que se pueden hacer cosas muy valiosas y poco costosas. Ese es el camino que tiene que seguir México. Quizás algunos puedan disfrutar unas vacaciones en la Riviera Maya, que se traduce en un desembolso de miles de pesos, pagados a corporaciones transnacionales. Frente a la oferta de productos caros y poco útiles, el Areté constituye una alternativa barata y muy productiva.
Merecen un reconocimiento especial los padres de familia de estos 15 niños, niñas y jóvenes, quienes confiaron en una empresa nueva, que a pesar de sus fallas comprensibles por la naturaleza misma de esta experiencia, quiere dejar bien claro el espíritu que guía sus acciones
emana se llevo a cabo el Segundo Campamento de Verano “El Areté” 2010. El evento resulto todo un éxito, tanto por el número de participantes, cinco veces mayor que el primero del año pasado, y por los resultados que se pudieron observar entre los niños y niñas que practicaron esta forma de convivencia y capacitación, novedosa e inédita aún, en estas latitudes del país. Se cumplió con un programa ágil e integral, se establecieron lazos de fraternidad y camaradería, se atendió puntualmente la promoción de valores personales básicos y naturales y se vivieron rutinas nunca antes vividas por los participantes.Fueron tres días de convivencia, dentro de las instalaciones del Rancho El Areté –el nombre proviene de la etimología grecolatina que significa virtud y excelencia- localizado en el Barrio de la Magdalena en Temascaltepec, un auténtico paraíso natural.
El Campamento estuvo a cargo de las jóvenes hermanas Claudia, Cristina y Carmen y constituyo una opción interesante y económica para combatir la apatía y el aburrimiento, en que habitualmente se sumerge la juventud sureña, en el periodo vacacional, sin sus compañeros tradicionales y sin recursos suficientes para salir a vacacionar a otros lugares. Es una forma inteligente de combatir la depresión que provocan las noticias diarias, de romper con la monotonía y de variar las prácticas y enseñanzas que se aprenden en las escuelas, en el hogar y en la sociedad tradicional.
Porque el Campamento del Areté es un esfuerzo desarrollado estrictamente por particulares, que busca desarrollar un mercado que no existe en la región. Sin duda que este Campamento es apenas el segundo peldaño de una escalera que en otros lugares lleva muchos años de crecer y de ahí la demanda y los precios que se cobran. Por ejemplo un curso de verano en el estado de Morelos, en San Luis Potosí o en Valle de Bravo tiene un costo diario mínimo de $1200 pesos, mientras que en el Areté únicamente fue de $200 diarios.
Sin embargo el bajo costo, de ninguna manera representó menor calidad en el servicio recibido por los campistas. Por el contrario, la atención en el Campamento del Areté se distinguió por la atención personalizada y cercana por parte de sus organizadoras. A diferencia de otros campamentos, la experiencia en el Areté dura solo tres días, lo que permite a los participantes aprovechar al máximo el tiempo y la convivencia de la mejor manera, sin caer en el aburrimiento, desesperación, ni extrañar las comodidades domésticas.
Fueron cerca de 70 horas en que los niños y niñas tuvieron oportunidad de nadar, jugar basquetbol, ping-pong, futbol, cantar, sentarse en torno a una fogata y comer bombones asados, escuchar relatos de terror, lanzarse en tirolesa, escalar a rapel, jugar boliche Celta, ensayarse en el karaoke, jugar ajedrez y toda una variedad de juegos de mesa. Los muchachos y muchachas disfrutaron particularmente la practicar del send
erismo, por el sinnúmero de rutas maravillosas que componen los cerros de Temascaltepec, armar su tienda de campaña y pernoctar a descampado, tras una tarde de lluvia, cobijados por la negra noche. Además de realizar manualidades, brincar en el trampolín y recordar juegos, tan simples como divertidos y a veces olvidados (escondidillas, bote pateado…)A pesar de la brevedad del tiempo en que estuvieron reunidos, hubo espacios para escuchar la importancia de mantener una actitud ejemplar, un estilo diferente, unas maneras educadas, corteses y amables con todos los integrantes de esta convivencia. Tan importante es el buen carácter en el Campamento, como el respeto a la ecología y a la Madre Naturaleza. Al salir del Campamento del Areté, los jóvenes adquieren el rango de Cuinique y las jovencitas el de Nutria de Rio, especies endogámicas y en vías de extinción en la región.
Hay mucho que decir del Campamento El Areté; que constituye toda una terapia fraterna y de convivencia; que es un ejercicio eminentemente liberal, laico y de culto al buen vivir; que el Campamento se complemento con la visita realizada a las instalaciones que tiene en desarrollo Don Armando Rosete, el afamado “Español” y su tan leal como esforzada Carmen, y Nayheli, la hija mayor.
Creo que lo más importante es que El Campamento El Areté demostró que se pueden hacer cosas muy valiosas y poco costosas. Ese es el camino que tiene que seguir México. Quizás algunos puedan disfrutar unas vacaciones en la Riviera Maya, que se traduce en un desembolso de miles de pesos, pagados a corporaciones transnacionales. Frente a la oferta de productos caros y poco útiles, el Areté constituye una alternativa barata y muy productiva.
Merecen un reconocimiento especial los padres de familia de estos 15 niños, niñas y jóvenes, quienes confiaron en una empresa nueva, que a pesar de sus fallas comprensibles por la naturaleza misma de esta experiencia, quiere dejar bien claro el espíritu que guía sus acciones
“Sapere aude” o, atrévete a saber, ten el valor de usar tu razón; y
“Liberté, Egalité, Fraternité”, es decir, libertad, igualdad y fraternidad
“Liberté, Egalité, Fraternité”, es decir, libertad, igualdad y fraternidad
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